LXXXIV
Esa delicada
curvatura de tu espalda,
puente inagotable
del deseo irredento;
oquedad concupiscente,
sendero rodeado
de miel y flores.
LXXXV
Besos violentísimos
con sabor a pólvora.
Lenguas revólver
de acero oxidado.
Aprieta el gatillo.
[Bang]
Vuelve a apretarlo.
LXXXVI
Estoy enfermo de ti,
de la poesía,
de la redundancia.
LXXXVII
Quédate
hasta que pase
la tormenta,
o hasta que los libros
se acaben.
LXXXVIII
El poeta
es un pájaro
que vuelve a su nido
aunque el árbol esté envuelto
en llamas.
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